Ganadería (Reserva de la biosfera)
Configurando el paisaje
Lejos de ser un territorio virgen, la evolución del paisaje somedano ha estado siempre ligada al manejo humano mediante la ganadería. El aprovechamiento en verano de los pastos de diente de alta montaña, tanto por ganado bobino como por grandes rebaños de ovejas y cabras venidos del otro lado del Puerto, han configurado un paisaje distinto del que cabría esperar con la transición de matorral a bosque en las zonas donde este constituye etapa más madura de la sucesión vegetal . Los pastizales de diente o los prados de siega -a menores altitudes y próximas a los núcleos de población-, constituyen reservorios de biodiversidad, tanto florística, como de fauna asociada.
Ese aprovechamiento ganadero de los pastos a mayor altitud, en verano, obligó a los ganaderos a crear refugios que albergasen tanto al «brañeiro» o pastor, como al ganado. Y así, aprovechando los materiales que abundaban en las distintas zonas, nacieron las cabanas de «teito» -muros de piedra, estructura de haya y entretejido de avellano o fresno, y cubierta de escoba (Cytisus scoparius), típicamente- o los «corros», estructuras más pequeñas, de planta circular, construidas enteramente de piedra con en falsa bóveda, y cubiertas de «tapines» (porciones de la capa vegetal del suelo incluyendo los primeros cm. de tierra).
En la actualidad, aunque Somiedo sigue salpicado de cabanas de teito y corros, los ganaderos y pastores ya no duermen en ellas. Sin embargo, el manejo del ganado tiene la misma importancia que antiguamente en la creación y mantenimiento de esos pastizales y prados, tan representativos y de tanta importancia en la configuración de la Reserva de la Biosfera de Somiedo.