El Valle del Saliencia es uno de los lugares de interés geológico de mayor importancia de la Cordillera Cantábrica. Y precisamente en este punto (Alto de La Coḷḷada Balbarán o de La Farrapona) el paisaje ofrece una visión global de los distintos elementos geológica y ambientalmente importantes que lo componen: el modelado glaciar, los movimientos en masa de las laderas (deslizamientos y avalanchas de rocas), la variedad de rocas del sustrato Paleozoico, los fósiles de organismos constructores de arrecifes y el yacimiento y mina de hierro.

El Ayuntamiento de Somiedo, consciente de la importancia de la divulgación de los valores del Parque Natural de Somiedo, y con la intención de destacar el excepcional interés geológico del enclave, convocó a través del Plan de Sostenibilidad Turística un concurso de ideas para la construcción de un mirador geológico en las proximidades de La Farrapona, al que se presentaron más de 40 profesionales de la arquitectura y la ingeniería de todo el país.

De la propuesta ganadora, “LAZO”, de Puerto & Sánchez Arquitectos, el jurado destacó que “combina brillantemente la integración en el paisaje y el impacto visual, ofreciendo una continuidad al sendero y permitiendo una visión de 360º del paisaje y de los puntos de interés geológico, resuelve de manera original la presentación de los contenidos didácticos y turísticos y utiliza materiales de gran durabilidad y bajo mantenimiento”. El mirador, diseñado con criterios de accesibilidad, permite a personas con movilidad reducida experimentar la sensación de vacío en la inmensidad del valle, en un entorno natural al que habitualmente y debido a la accidentada orografía tienen limitado el acceso.

LAZO es una continuidad en el camino, un recorrido por las distintas etapas geológicas que conforman el medio en que se encuentra, y con su estructura en acero COR TEN y su color pardo óxido, quiere a su vez hacer un guiño a la “Mina Santa Rita”, explotación de hierro cuyos orígenes se remontan al año 1805 y en la segunda mitad del siglo XX llegó a emplear a unos 200 trabajadores, la mayoría de la zona. Aunque las cuantiosas inversiones destinadas a la restauración del entorno han conseguido restañar gran parte de las heridas causadas por el laboreo, la cicatriz de la corta minera sigue marcando el paisaje y la alta concentración de hierro del entorno tiñe de un intenso color pardo rojizo el camino y las botas de los senderistas.